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Hotel de Espíritus


Construcción de ladrillos y cemento en la selva misionera



En el corazón de la selva misionera, mi padre Beto, mi amigo Fernando y yo construimos una pequeña casa de ladrillos y cemento. La levantamos con la esperanza de ofrecer un refugio a los bichos y plantas que no tenían un lugar donde cobijarse. Cada ladrillo parecía vibrar con la energía de la selva, y sentíamos que estábamos creando algo más que una simple estructura.

Una noche, Fernando tuvo un sueño en el que se le apareció el Pombero, el guardián mitológico de la selva. Con una sonrisa misteriosa, el Pombero le agradeció por haber construido una casa donde él y las criaturas de la selva pudieran descansar. Impresionado por el sueño, Fernando comenzó a dejar ofrendas de tabaco y caña en la casa durante un mes, sintiendo que algo mágico había sucedido.

Cuando regresamos al lugar, descubrimos que la casa ya no estaba. Los ladrillos yacían esparcidos por el suelo, como si una fuerza invisible los hubiera deshecho suavemente. No había señales de destrucción ni huellas humanas, solo una calma mística que llenaba el aire, como si la selva misma hubiera absorbido la estructura en su seno.

En ese momento, entendimos que nuestra construcción había trascendido a un plano mágico, donde el Pombero la había hecho parte de su reino. La casa que habíamos construido con tanto cariño se había convertido en una leyenda viva, un susurro en la selva donde lo natural y lo sobrenatural se entrelazaban para siempre.